beGun, cuando la música es un viaje

Al habla con el productor barcelonés sobre su nuevo trabajo, que expone las barbaries cometidas en alta mar, ya más lejos del beat y abrazando una exuberante mezcla de ambient, post-rock y embelese minimalista.

Cuatro años después de esa maravilla de la electrónica paisajística que fue AMMA, el álbum de debut de beGun al que le siguió un no menos soberbio disco de remezclas, el catalán vuelve con un nuevo larga duración, Okeanídes. Lo hace, cómo no, a su manera, esto es, con una coartada narrativa potente, un acompañamiento audiovisual de primer nivel (ya nos lo imaginamos presentándolo en espacios como MIRA Festival), una importante denuncia social, y, por supuesto, un sonido que ha evolucionado con coherencia.

Okeanídes, que publican a medias Synesthesia y Foehn Records, es una banda sonora para el libro The Outlaw Ocean, del escritor y periodista del New York Times Ian Urbina, ganador de varios Premios Pulitzer. Como en AMMA. Esta vez, Gunsal pone el foco en las atrocidades que ocurren en el oceáno: pesca ilegal, inmigración forzada, desastres ecológicos, esclavitud o contrabando entre otros muchos fenómenos. El punto de partida es tan potente, que Netflix lanzará próximamente una docuserie producida por Leonardo Di Caprio y John Kerry.

Con Okeanides vuelves al formato audiovisual. ¿Crees que la música se puede contar o entender mejor con imágenes?

Pienso que la música se puede entender sin imágenes, pero se explica mejor con ellas. Hay un libro que recomiendo siempre que se llama ‘Musicofilia’ de Oliver Sacks, habla de la relación neurológica que se establece entre la música y las personas y entre otros muchos temas analiza cómo el cerebro percibe e interpreta la música o cómo una imagen concreta puede evocar a una canción (y viceversa). Un buen ejemplo de ello es el mismo Ennio Morricone – para mí uno de los grandes referentes musicales del siglo XX – y cómo sus bandas sonoras nos trasladan irremediablemente a una imagen mental, a una escena concreta de una película determinada. Pienso que esa relación entre música e imagen, en el peor de los casos, enriquece a ambos mundos. De hecho, en este último disco, la música está inspirada en las imágenes que yo mismo me he fabricado mentalmente al leer el libro de Ian Urbina… ha sido (literalmente) como componer la música de una película que está en tu cabeza. 

Okeanides nace en formato banda sonora para el libro The Outlaw Ocean, del periodista del NYT Ian Urbina.

Nació de la mano del mismo escritor, que me escribió hace un año para plantear esta colaboración entre periodismo y composición musical. Al principio me costó entender cuál era el marco en el que se presentaría este proyecto porque era algo difícil de encuadrar mentalmente, una ‘banda sonora inspirada en un libro’. El cambio de chip vino al leer el libro y entender la profundidad y la enorme carga social que tienen los relatos de la investigación. Lo comentaba recientemente: me gusta mucho leer, pero no suelo repetir lectura… en este caso me ‘merendé’ el libro dos veces seguidas en poco tiempo, realmente me impactó mucho entender qué estaba pasando en ese terreno sin ley que son los océanos. 

¿De qué manera te inspira el océano y toda la denuncia social incluida en el libro a la hora de realizar música? 

Siempre he tenido la suerte de vivir pegado al mar, ya desde muy pequeño, y de manera inconsciente el hecho de pensar que hay un límite me genera una cierta estabilidad mental, esa sensación de tener instalada en la cabeza una especie de brújula: “ok, tierra la izquierda, mar a la derecha, todo en orden”. En el prólogo del libro, Ian Urbina hace una reflexión que me parece muy interesante y es que esa percepción que tenemos del océano como un ‘vasto lienzo de azules, casi inacabable y con recursos infinitos” es en realidad mucho más frágil de lo que podemos llegar a imaginar. Aumentar un grado la temperatura del océano podría acabar con las barreras de coral, sin corales un gran porcentaje de peces pequeños se quedan sin alimento y sin peces pequeños los grandes evidentemente mueren. En cuestión de dos décadas nos podemos cargar un equilibrio natural que ha tardado billones de años en generarse y regularse. Como para no parar un poco esa vorágine del día a día y tomarse un tiempo para reflexionar sobre el tema. 

De todas maneras, más allá de la ecología, el libro entra en muchos terrenos a cual más desgarrador: persecuciones en alta mar, ejecuciones sumarísimas, prostitución de menores, esclavitud de personas (literalmente encadenados y explotados durante meses en medio del Océano Pacífico), polizontes que al ser descubiertos son abandonados a su suerte a miles de km de la costa, pesca masiva de especies protegidas (como lo son las ballenas o los tiburones), entre otras muchas barbaridades. Es un conjunto de historias tan dramáticas como necesarias para entender a qué es capaz de llegar la avaricia del ser humano.

¿Cuál era tu estado mental a la hora de componer una música inspirada en unos eventos desgarradores?

El disco no está compuesto con el objetivo de levantar el ánimo, digamos que no es el álbum que te pondrías un viernes para ir de fiesta, eso lo tengo claro… pero es que los relatos que inspiran estos temas son de todo menos alegres. Más allá de reflejar o no mi estado mental en el momento de componerlo, lo que sí tenía muchas ganas era de plantear un disco más intimista, con pocos elementos, melodías claras e instrumentos clásicos, como piano o cuerdas. El contexto del libro también invitaba a explorar nuevos territorios a nivel musical.

¿Tenías algunos referentes (musicales o no) mientras creabas estos tracks?

El tema de los referentes es algo que poco a poco he ido apartando de la ecuación. Sonará a tópico, pero es que es real: pienso que el mejor referente es uno mismo. Escucho mucha música e intento hacerlo de manera activa, es decir no simplemente oyéndola de fondo sino analizando todo al detalle (incluso hasta un punto enfermizo), pero más allá de tomar ideas de aquí y de allí, al final creo que lo más sincero es ser fiel a uno mismo. Hay una frase de Martin Scorsese que lo resume perfectamente: “lo más personal es lo más creativo”, no puedo estar más de acuerdo.

Se habla de un sonido más maduro y evolucionado. ¿Qué has hecho aquí que no te has atrevido a hacer en anteriores trabajos? 

Pues en la línea de la pregunta anterior: lo que he hecho es dejar de escuchar a los demás y escucharme más a mí (suena horrible pero es así tal cual), dejar de pensar en qué funciona y qué no, dejar de autoimponerme condicionantes externos o analizar si suena más a club / menos club, o más melódico / menos melódico, en definitiva he sido fiel a lo que me gusta componer y a lo que me gusta escuchar. 

Visto con cierta prespectiva, creo que en los dos anteriores EPs (Slum, Kuria) me metí en un jardín, me quise poner a hacer música con un componente más club y eso no es lo mío, ahí dejé de ser fiel a mí mismo. No es que me arrepienta porque es un aprendizaje constante, pero sí que pienso que este disco es mucho más coherente con el proyecto, tal como yo lo entiendo… y pienso que eso es lo más importante, independientemente de géneros, redes, prensa, bolos y todo el pack que rige a la industria musical.

¿Crees que hay suficiente denuncia en la música electrónica de hoy día?

Yo no creo que haya mucha denuncia, pero es que tampoco tiene por qué haberla, no le veo la necesidad. Al final cada uno compone en base a lo que siente o a lo que individualmente considere. El/la productora que hace música techno, poca denuncia le va a inyectar a sus tracks, seguramente estará pensando más en “lo voy a petar con este hit”. En mi caso, a la hora de plantear un disco, a mí sí me gusta apoyarme en un discurso o definir una especie de marco conceptual en el que trabajar… lo hago porque creo en ello, pero también porque me facilita el curro, odio partir de un lienzo en blanco. Quizás lo que sí hay en el mundo de la música electrónica a día de hoy es mucha frivolidad y mucha pose, a veces me da la sensación de que es más importante el envoltorio que el propio contenido… es una lástima, pero es lo que hay y toca adaptarse o morir. 

¿Viajas tanto como sugiere tu música?

Sí, viajo bastante. Para mí, salir de tu zona de confort es como someterte a una especie de ‘challenge’ constante, incluso disfruto más cuando viajo solo que en compañía porque el reto personal es aún mayor y te obliga a abrirte del todo. Esto es algo que he echado mucho de menos estos últimos meses y me ha molestado especialmente el sentirte limitado espacialmente. No ha sido tanto el estar encerrado en casa, porque he estado muy entretenido, sino más bien el hecho de no poder ni siquiera ir al pueblo de al lado a desconectar.  

También lo que me pasa es que no comparto prácticamente nada en redes, no tengo esa necesidad ni tengo ese chip social instalado en la cabeza. En estos últimos dos años, he estado en muchos rincones del planeta, pero siempre prefiero vivir esa experiencia con mis propios ojos, no a través de una pantalla. No es que sean dos terrenos incompatibles, simplemente es que yo no le veo la motivación a compartir toda tu vida en tiempo real. Quizás un día me da por hacer un blog de viajes y de repente sale todo en tromba… la vida da muchas vueltas, quien sabe! ☺