Elevando al nerd: Pikachu y la cultura del bling-bling

El inesperado encuentro entre el nerd y la trap life. Consideraciones en torno a la obsesión de la escena con el universo otaku. 

 

“Dime que me quieres aunque no tenga un duro”, nos dice Yung Beef en Articuno, su nueva oda al amor millennial. “Estoy esperándote, mi papi chulo”. El tema es una mina de cortes musicales para stories tocándonos el pelo, por cierto. Pero además de hablar de la trap life que resuena con todos nosotros, la generación más siempre ready de la historia, Yung Beef apuesta por tirar de referencias a nuestra experiencia colectiva, como el son el perreo, el madremía no nos vamos a poder jubilar, y los Pokémon. El verso “Yo te congelo como Articuno” se va repitiendo a lo largo de toda la canción, un guiño al canario azul tipo hielo del trio de legendarios original. Porque nada dice juventud como la autoreferencia y lo reconocible, y es que nos gusta, nos *encantan* esos simbolitos que nos situan bien lejos de nuestros mayores. Quizás es por eso que no paramos de reciclar imaginario estético en un genero que se basa tanto en su insultante juventud, y así estamos que parece que todos los artworks promocionales de este año están sacados de 2005. Porque todas esas bromas internas y referencias con 0% de gracia y 100% meta a lo dedicatoria en el fotolog solo nos hacen más jóvenes.

Pokémon ha sido una constante en la infancia de muchos y en las vidas de otros tantos padres, tíos y primos que nos han tenido que repetir una y otra vez que apaguemos la luz del asiento del coche, que ya jugaremos a la maquinita en casa. Ha sido una constante en los patios de nuestros coles y en los parques de nuestros barrios, en forma de tazos, cartas, mochilas, y prácticamente cualquier cosa que le puedas vender a un niño. Se renovó el concepto con el Pokemon Go hace algunos años y se nos propone ahora un Pikachu con la voz de Deadpool y huerfanito de Ash en Pokémon: Detective Pikachu, con estrena este mayo. Perfectamente coordinada, Adidas ya ha lanzado teaser de unas nuevas Stan Smith con diseños de Pikachu y Squirtle, y se especula que la colección podría acabar incluyendo al resto de starters.

Entendemos que las marcas quieran estar a punto para subirse a todas las posibles olas de consumismo, pero ¿por que se habla de Articuno en un tema de trap? Hasta hace poco la cultura otaku (o weeaboo para modernos) se englobaba en lo que viene a ser la onda friki de toda la vida, muy lejos del swag del imaginario urban, pero ya desde 2010 vamos encontrando en el hip-hop cada vez más y más referencias al anime y los videojuegos. Igual que Yung Beef, muchos raperos parten desde la nostalgia, y es que el anime fue para muchos lo que llenaba nuestras horas de tele después de clase. Si eres mayor que yo seguramente te suenan Los Caballeros del Zodíaco, Evangelion y Oliver y Benji; si tienes mi edad habrás visto algo de Cardcaptor Sakura o Inuyasha, y si eres más joven le habrás dado a One Piece, o Bleach . Aun así existe también un vínculo musical que une a los dos mundos además del sentimientalismo, y es una producción de anime en concreto marca ese lazo que aun dura: Samurai Champloo (2006), del mismo creador que Cowboy Bebop, mezcla imaginario y épica del Japón tradicional con elementos de la cultura urbana occidental, como es el hip-hop. La música es obra de Nujabes, autor japonés muy reconocido en el mundo del jazzhop, y muchos artistas contemporáneos han reconocido años más tarde el impacto que tuvo en ellos como jóvenes creadores.

Escuchando el opening de Samurai Champloo podemos identificar claramente la estética sonora que actualmente lo está petando en youtube via canales especializados en “música suave para relajarse, estudiar o jugar a videojuegos”, del género del Lo-fi. Se trata de hilos de beats de hip- hop suave que emplean samples hipnóticos y una imagen de poco movimiento en bucle. Casualmente (o no), la imagen para estos vídeos suele ser del estilo anime.

Allá hace casi una década algunos nombres del hip-hop empezaron a referenciar el anime en sus letras: tenemos a Soulja Boy, a Lil B, Frank Ocean, y, mis disculpas si os trae pesadillas, a Porta con su Dragon Ball Rap, entre otros. Los raperos evocan imágenes de los héroes del anime para hablar de su propio poderío. Pronto se hace popular este vínculo entre la cultura del bling-bling y lo que antes era considerado nerd y raruno y se empiezan a mezclar también sus elementos en las producciones visuales. A veces usando la cultura nipona como decorado en lo que hoy denunciaríamos como apropiación cultural y a veces organizando verdaderos homenajes como el que Kanye montó para su tema Stronger donde reproduce algunas escenas de la película de animación Akira, de la cual se ha declarado fan. Menos elegante, Drake nos ha dejado un tremendo artwork para el tema Wanna Know donde se le representa a si mismo vestido de Sasuke y a su colaborador, Dave, de Naruto.

Aun así, Dragon Ball es quizás la referencia más explotada en el mundo del hip-hop, con sus legendarios guerreros supersaiyans, y hasta RZA, miembro fundador del Wu Tang Clan, lo nombra como metáfora de la experiencia racializada de los norte-americanos negros. Según sus palabras, Goku forma parte de una raza que ha sido expulsada de su planeta y crece creyendo que no tiene ningún poder especial porque al llegar a la Tierra pierde su memoria. A base de entrenar y luchar en situaciones adversas, se da cuenta de su poder y se convierte en super guerrero. “And when my hair is in afro? Word up, I’m supersayian”, concluye. De hecho, hay algo en las historias del anime que va en consonancia con la narrativa millennial, especialmente la de grupos marginalizados por la sociedad. Dragon Ball, Naruto, One Piece… Muchas de estas historias tratan de la superación individual y la emancipación del protagonista mediante un poder adquirido, mientras que las historias de los superhéroes clásicos siempre se habían centrado en el bien, el mal y los dilemas morales que puede suponer el poder. El sueño de ascender versus la gestión del privilegio. ¿Suena familiar, no?

Esa dinámica de hecho es la base del hip-hop y el trap, el bling-bling, lo gangsta, todos los temas que no paran de sonar en la música urbana. Cómo llegas a la cima viniendo de la nada. Cómo muestras tu poder ante una sociedad que te había menospreciado. El anime plantea ademas un recurso menos mainstream para los artistas que quieran ilustrar imágenes de poder con elementos de la cultura popular. Ahora que llevamos unas 23 temporadas de The Big Bang Theory y vamos a 3 películas de Marvel o DC por año, lo que antes era una burbuja de vergüenza geek es más que universal. El anime y los videojuegos sirven de alternativa casi underground para añadir fantasías de poder a las historias de la calle. Además de eso, se crea un espacio donde la narrativa no es exclusiva del hombre occidental, blanco y hetero, como era (aunque ahora ya no tanto) en los cómics clásicos.

En los últimos años se puede decir que ya se ha acabado de expandir la tendencia y hemos visto a Nicki Minaj sacando todo un tema dedicado a Chun Li de Street Fighter (yo siempre fui más del Tekken), a Supreme sacar una colección x Akira en 2017, y recientemente a Ariana Grande flexin’ a lo harajuku en el vídeo de 7 Rings con un peinado que me suena bastante a universo Sailor Moon. Billie Elish, que hace poco sacó videoclip de estética también anime y pesadilla, se presentó a una entrega de premios con un traje con la cara de Sailor Moon. Hasta en los vídeos de Rosalía podemos encontrar pequeñas referencias al universo otaku, aunque igual ya estoy paranoica.