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La fiebre del repress

Si existe una corriente que parece imparable durante la ascensión del vinilo que venimos apreciando en los últimos tiempos, más allá de géneros musicales, es la de los represses: relanzamientos de discos clásicos, o no tan clásicos, que vuelven a la vida gracias a que algún sello, en la mayoría de los casos no el que originalmente publicó el material, decide invertir y republicarlo… ¿para gozo de todo el mundo?

No hay mes (ni semana) en el que no aparezca un nuevo repress en todas las tiendas. Hace tan sólo unas semanas, Skam republicaba varios discos de su catálogo, incluyendo ‘Hi Scores’ de Boards of Canada. La única forma de hacerse con una copia hasta ese momento era acudiendo al mercado de segunda mano, es decir, 50€ en Discogs. Por otro lado tenemos a Chiwax, sello alemán que hace un par de años comenzó a relanzar clásicos de Chicago. Por poner un ejemplo, hace unos días publicaban el doble LP ‘In Neutral’ del legendario Gemini (Spencer Kincy). ¿El precio hasta entonces? 70 euros por un disco usado, en lugar de los 19 por los que puede conseguirse ahora nuevo. Entonces, ¿dónde está el problema?

Donde debería estar generalizada la alegría por que una joya esté de nuevo disponible, muchas veces el sentimiento es justamente el contrario. Como pasa con cualquier tipo de coleccionismo, el vinilo tiene un valor intrínseco que le otorga un precio que va más allá del que marca la etiqueta: el proceso de búsqueda y descubrimiento. Encontrar un disco especial tras largas horas de hurgar en cajas en un sótano olvidado, cruzarse con él inesperadamente durante una visita a una tienda de discos en cualquier viaje, o encontrar una copia polvorienta en la colección de discos viejos de nuestros padres. Tras años de rituales y búsquedas incesantes, ver nuestro bien más preciado copando el top ten de todas las tiendas de discos del planeta quizás no nos siente tan bien.

Por otro lado, la música es universal. Debería estar disponible para todo el mundo, y cuanto más accesible, más barata, y más exposición tenga, mejor. ¿Quién quiere pagar 50 euros por un disco en lugar de 10? La lógica dicta que todos ganan con un repress. El artista genera dinero, el sello que se encarga de la publicación también, y el consumidor accede a él pagando un precio justo. Independientemente de lo purista que alguien pueda ser o no ser, la oportunidad de disfrutar de un repress es algo que queda completamente fuera de duda.

El debate enfrenta —y continuará enfrentando— a puristas y no puristas. Y seguirán apareciendo sellos que lleven a cabo la práctica, ya sea por ayudar a la gente a redescubrir joyas olvidadas, o por ganar dinero a costa de todo disco caro que aparezca en el mercado de segunda mano. Seguirán apareciendo sonrisas al ver que aquel disco que buscábamos y no podíamos pagar ahora está disponible por 10 euros, igual que aparecerán caras largas pensando que nuestro gran arma ya no es especial, sino un disco más.

A continuación, la opinión de algunos artistas:

Rhythm & Soul (DJ, productor, dueño de sellos y colaborador de la tienda de discos Recycled en Madrid):

En mi opinión es como todo, tiene que haber un equilibrio. Los repress son necesarios y son buenos pero en su justa medida. Yo acabo de represar en mi sello Slow Town un clásico de QX1 del 92. Ni siquiera se podía escuchar en internet, por lo tanto volverlo a sacar es volver a darle vida a una joya olvidada… Pero si abusas del repress al final le acabas quitando el carácter único y “clásico” al disco. Para los amantes y coleccionistas del vinilo como yo, es muy importante también la exclusividad y la emoción que produce encontrar un disco de hace 20 años que estabas buscando desde hace tiempo, después de estar mirando cajas y cajas de discos durante horas y saber que muy poca gente lo tiene y lo va a pinchar hoy en día. Como todo, es bueno en su justa medida.

Terence :Terry: (DJ, productor y dueño de La Vie En Rose):

Creo que los represses en general son importantes y útiles para las nuevas generaciones que empiezan a comprar vinilo. Sellos de los 70 como Capitol, Atlantic y demás ceden sus derechos hoy en día a grandes sellos actuales porque esta música es mítica y necesaria para las generaciones nuevas, pero ver pequeños sellos europeos comprando derechos de artistas de los 90 es un poco exagerado, y tiene más sentido por el negocio que por transmitir sabiduría. Claro que siempre es agradable encontrar un repress de un disco que nos era imposible encontrar, pero en mi opinión también es bueno guardar la leyenda y el misterio, de modo que la escena underground conserve su valor.

Kino Internacional (50% de Reykjavik_606):

A nivel personal, pero sobre todo profesional, estoy en contra de los repress. El hecho de indagar durante meses e incluso un año para encontrarte con el disco que deseas por dos duros es un subidón de adrenalina máximo. A mí también me jode como coleccionista que soy, el no poder tener acceso a todo pero… ¿y si lo tuviésemos? ¿No creéis que se acabaría ese punto de sueño al poder tener todo? Creo que en esta vida hay que tener motivaciones y ésta es una de ellas en mi caso. Eso sí, respeto cuando la gente piensa que debe sacar un repress y si es un disco que no tengo, bienvenido es. Pienso que la gente debe de hacer lo que es mejor para sus propios intereses, y si hacer un repress de material que han vendido a saco lo es pues fenomenal que lo saquen.

Abu Sou (Discos Paradiso/Canela En Surco):

“Yo era un loco de la música de William Onyeabor y de Ottis G. Johnson, hasta que un día fueron reeditados por dos grandes sellos, Luaka Bop y Numero Group. Entonces sentí como si me hubiesen robado un cachito de órgano y me enfadé; hasta que con el tiempo me di cuenta de que el mundo será un lugar mejor cuanta más gente conozca su música. Siempre nos quejamos de la mierda de”cultura” que se promueve desde los estamentos de poder, y después somos los primeros en querer guardar la música que más nos gusta en nuestra Expedit.

Reediciones si mientras sean hechas con amor al artista y sirvan de comienzo para que otros chavales indaguen en ese artista, estilo, época…”