Mans O: Truco o trato

El año pasado Macaya EP (Disboot, 2015) llegó a nuestras vidas casi sin avisar y se quedó ahí bien instalado, en algún lugar entre las entrañas y el corazón. Cuatro canciones que nos anunciaba el talento inusual de Román Daniel, un jovencísimo productor de Barcelona para el que el arte de transformar sonidos extraños en cautivadores parecía no tener secreto. Un año después, cuando el eco de Macaya aún sigue ahí, cerca, vuelve con Thirst O Sed (Disboot, 2016), un trabajo que amplía y al mismo tiempo define con mayor claridad su espectro sonoro, confirmándolo como el excelente músico que ya intuíamos que era.

Hablamos con él para indagar un poco más en las ideas y procesos que hay detrás de su nueva criatura.

 

¿Cómo ves Thirst O Sed? ¿Como una continuación de algo ya iniciado en Macaya o más bien como un nuevo inicio?

Supongo que podríamos decir que es una continuación, pero saltándonos algún paso, porque entre los dos releases grabé un EP que no ha salido (quizás salga más adelante) y en el que se aprecia un poco más el punto inicial que es Macaya y cómo se desarrolló luego mi sonido. En Thirst O Sed creo que ya tomo un camino totalmente vinculado a la síntesis sonora y a una paleta de sonidos concreta con la que me siento más cómodo. En Macaya aún no estaba tan definida, y creo que se puede apreciar.

 

¿Cual es esa paleta? ¿A qué te refieres con síntesis sonora?

Me refiero al uso de sintetizadores (tanto analógicos como digitales) en lugar de samplear, cosa que hacía más en Macaya y que ahora solo hago puntualmente. La paleta sonora se autodefine mejor en el disco, pero puedo decir que me atraen mucho los sonidos sintéticos que se acercan a los gritos humanos; por eso uso mucho overdrive y reverb, tanto separadamente como en cadena.

 

“Soy bastante propenso a pensar que la música me pasa, más que hacerla yo. Por eso en el proceso no me como la cabeza porque sé que cuando sea el momento la música hablará por sí sola”

 

¿Concebiste el disco como un álbum con un concepto más o menos unitario, o más bien como una colección de nuevas canciones?

Siempre me ocurre que una vez acabados o seleccionados los temas los concibo como unidad y veo el concepto o línea más claramente. En el proceso, la conceptualización es más volátil y voy eliminando y seleccionando tracks que veo que encajan mejor para un total. Soy bastante propenso a pensar que la música me pasa, más que hacerla yo. Por eso en el proceso no me como la cabeza porque sé que cuando sea el momento la música hablará por sí sola y entenderé por qué tendrá que ser en un orden o en otro. Debo añadir que también tengo la ayuda de mi pareja, que es muy crítica y me ayuda a tener un segundo punto de vista constante, del que me fío al 100%.

 

¿Por qué los títulos están doblados, en castellano e inglés? ¿Crees que al hacer música instrumental, los títulos pueden ayudar a describir de alguna forma cada uno de los tracks, para de situar al oyente? 

Me pasa que cuando les pongo nombre siempre es o en un idioma o el otro, y de una manera muy firme. Pero a veces, al traducirlo, adquieren otra atmósfera que también es interesante. Como en el disco pretendía crear siempre una dualidad entre sonidos desgarrados o estridentes y melodías tiernas o más agradables, me pareció interesante añadir esta dualidad a los títulos; además así añadía el círculo (o), presente en Mans O y también en Wesphere. Por otro lado, creo que para la música experimental o instrumental, que cada uno interpreta o traduce a su propia experiencia o sensibilidad, los títulos pueden ser una referencia de la intención o sensación que ha querido transmitir el autor.

 

 

¿Cómo se hace una canción? O mejor: ¿cómo haces tú una canción?

Siempre empiezo con un loop corto, con alguna melodía y sonido que me inspire y luego voy grabando sobre el mismo loop, ampliándolo y creando la estructura paralelamente. Y cuando creo que está acabado, lo exporto. No creo que tenga mucho secreto. Todo es ponerse, encontrar y entender la metodología en la que te sientas más cómodo. Y sobre todo gozarlo mucho, porque sino no hace falta ni ponerse!

 

¿No sufres a veces en el estudio?

Mi propósito es disfrutar. Si no es así, paso. Eso no quiere decir que muchas veces me pueda sentar en el estudio y no me salga nada que me guste. Pero cuando pasa eso me lo tomo como un ejercicio: aunque suene mal y no vaya a salir nunca, pues al menos me ha servido para practicar.

 

Además de la dualidad entre sonidos estridentes y melodías tiernas que mencionabas antes, tu música también se mueve en el contraste entre sonidos electrónicos y acústicos…

Bueno, desde que me interesé en la música electrónica me di cuenta que  suma sus límites con los de la música acústica y los sonidos orgánicos; es decir: que no tiene límites. Yo solo intento sacarle el máximo provecho. En la música acústica o tradicional los límites los marcan los instrumentos, y es increíble lo que se puede llegar a hacer, pero se acaban antes las posibilidades.

 

¿Tocas algún instrumento tradicional?

De pequeño toqué varios años la guitarra, pero eran clases muy aburridas. No domino ningún instrumento pero me gusta tocarlos todos. En un futuro tengo planeado aprender batería y teclado jazz.

 

Recuerdo el año pasado un mix tuyo para Sónar en el que metiste a varios nombres que te habían infuído en “Macaya”: Balam Acab, Dorian Concept, Airhead, Dimlite… ¿han cambiado tus referentes y tus gustos de un año a esta parte? ¿siguen siendo válidos estos nombres como fuentes de inspiración?

Sí, totalmente válidos. Son artistas que me flipan desde hace años y seguirán haciéndolo. Aunque hay más, claro. Así en plan rápido, algunos de los que me han interesado más últimamente han sido Fis, Photay, Rythm & Sound, Tennyson o The Haxan Cloak.

 

 

Háblame de Disboot…

Pues un gustazo de peña, tanto los que lo llevan, como los artistas que están en el sello. Me han tratado siempre perfectamente, y con ellos siempre se respira un aire muy familiar y gustoso. Musicalmente me encanta la apertura y visión que tiene Fernando (Uxuka, su principal responsable) para seleccionar o interesarse en nuevos artistas. Creo que poca gente sería capaz de apostar por música poco común o que no está dentro de un género hypeado y hacerlo con tanta potencia, seguridad y repercusión en un panorama poco fácil.

 

¿Y Wesphere? ¿Algo nuevo a la vista?

Sí! Nunca hemos parado, pero vamos a fuego lento. Tenemos muchas canciones posteriores al LP de debut, pero aún están en proceso de “albumización”. Si alguien quiere un spoiler, en mi sesión para la Boiler Room se puede escuchar uno de los últimos temas que hemos hecho juntos (min 3:34).