¿Por qué el artefacto freak Tiger King lo está petando en Netflix?

La serie documental que narra la vida del excéntrico Joe Exotic, expropietario de un zoo de felinos encarcelado por encargar un asesinato, se ha convertido en el pelotazo indiscutible de la cuarentena. Quizá la única clave para entenderlo es que va de bichos, felinos y humanos, tan enjaulados como nosotros.

 

Puede que sea el confinamiento, puede que sea la necesidad de evasión ante la avalancha de noticias negativas o puede que se trate simplemente esa condición tan miserable como humana que hace que experimentemos una íntima satisfacción al constatar que hay vidas más descarriadas que la propia. Tal vez sea porque, a pesar de las apariencias, no va de animales y sus derechos, sino de personas y sus miserias, o quizá se trate de algo tan mundano como que cuando tenemos mucho tiempo para estar con nosotros mismos acabamos convertidos en James Stewart en “La ventana indiscreta”, pero lo cierto es que Tiger King, el documental de Netflix que escarba en la vida de Joe Exotic, el expropietario de un zoo de felinos actualmente en prisión por encargar un asesinato, se ha convertido en el último gran blockbuster de la plataforma de contenidos.

Diez días después de su estreno, Tiger King había registrado 34,3 millones de espectadores solo en EEUU, según la consultora Nielsen, y va camino de desbancar a Stranger Things como el contenido original de Netflix más visto hasta ahora.

La fascinación que despierta este documental de siete capítulos, dirigido por Eric Goode y Rebecca Chaiklin, por el que además de Joseph Schreibvogel, nombre real del protagonista, desfila una imponente nómina de individuos que deambulan entre la extravagancia y la marginalidad, ha traspasado todas las pantallas. Es tema de conversación en redes sociales, ha generado multitud de artículos que intentan analizar las causas de su éxito y ha llegado a la sala de prensa de la Casa Blanca, donde un periodista preguntó recientemente a Donald Trump -que no desentonaría demasiado como personaje de la serie- si tenía previsto amnistiar al encarcelado monarca de los tigres. 

Los rumores sobre la posibilidad de llevar esta historia verídica al terreno de la ficción, como si fuera posible añadir más aditivos a la trama original, no han parado desde su estreno a finales de marzo. Uno de los más consistentes tiene a Ryan Murphy (Nip Tuck/American Horror History) y Rob Lowe como principales candidatos. En concreto el actor de Rebeldes (Francis Ford Coppola, 1983), que fue la inspiración erótica de medio mundo en los 80, ha difundido en su perfil de Instagram fotos caracterizado como el inefable Schreibvogel. 

No es el único, Jared Leto, que también podría haber sido uno de los personajes del documental sin tener que interpretar demasiado, tampoco se ha resistido a la tentación de retratarse ataviado con camisas satinadas y sombreros de cowboy como el protagonista de Tiger King.

Mientras se confirma o se desmiente la adaptación de esta historia real en serie de ficción, Netflix no ha querido dejar pasar la oportunidad de seguir rentabilizando el enorme éxito del documental y ha preparado un bonus track. Se trata de un capítulo extra titulado “The Tiger King and I”, presentado por el humorista Joel McHale, que se estrenó en la plataforma en EEUU el 12 de abril. 

En este especial after show varios de los protagonistas del documental, incluidos el exmarido de Joe, John Finlay, el que fuera realizador del reality sobre su vida, Rick Kirkham, los empleados del zoo John Reinke y Saff Saffery y su exjefe de campaña política (sí, Joe Exotic también quiso ser gobernador de Oklahoma) cuentan cómo ha impactado en sus vidas haber participado en la serie.

La que al parecer no forma parte de este segundo plato es Carole Baskin, la directora de una reserva de felinos denominada Big Cat Rescue y máxima enemiga de Joe Exotic, quien quedó muy insatisfecha con el resultado del documental.

Baskin, a la que Schreibvogel odiaba con toda su alma y para la que supuestamente contrató los servicios de un sicario con el objetivo de acabar con su vida, ha declarado en una entrevista con el Tampa Bay Times estar “muy enfadada” ya que el documental no consiste en una denuncia sobre las condiciones de los animales en cautiverio, sino que se trata de una radiografía de su rivalidad con Joe Exotic. Su actual marido, Howard Baskin, va más allá al asegurar que no hay palabras para describir “el sentimiento de traición” que experimentaron tras ver el resultado. 

Lo cierto es que al margen de la reserva de Baskin, el documental dedica buena parte del metraje a la desaparición en extrañísimas circunstancias del segundo marido de Carole, Don Lewis, hace más de 20 de años. Los realizadores no podían soslayar este hecho teniendo en cuenta que Joe Exotic se pasa medio documental acusando a Baskin de estar detrás del suceso e incluso llega a ofrecer una recompensa a quien pueda aportar pistas, pero el tratamiento informativo que han recibido estos hechos ha cosechado críticas.

La periodista Willa Paskin publicó un artículo titulado “Tiger King escoge al villano equivocado” en la revista Slate denunciando el trato que recibe Carole Baskin en el documental. 

Y como si no hubiera pocos nombres propios en este culebrón, el pasado 30 de marzo Chad Chronister, sheriff del Condado de Hillsborough, hizo un llamamiento a la ciudadanía para que aportara nuevas pistas que pudieran contribuir a la investigación de la desaparición de Lewis el 18 de agosto de 1997.

La onda expansiva de Tiger King no para de crecer. En el documental abunda lo sórdido. Animales en cautiverio que deberían ser libres, desapariciones sin resolver, intentos de asesinato, adicciones, marginalidad, comida caducada, poligamia, explosivos, armas de fuego, obsesión por la fama. Pero el detalle más punzante, que se clava como un dardo, es la orfandad que habita en todos los personajes que aparecen, el poso de tristeza que deja, los interrogantes sin respuesta que plantea. Tiger King se presentaba como una serie sobre animales en cautiverio ¿Y si somos nosotros?