Robert Hood, el reverendo del techno

Este viernes llega a LAB Madrid el maestro de Detroit, una de las figuras más respetadas del género. Una ocasión para repasar algunas de sus producciones y sesiones más destacadas.

Robert Hood es una de las figuras fundamentales para entender la evolución del sonido de Detroit, después de que la primera generación de pioneros sentara las bases. Hablamos de gente como el Belleville ThreeAtkins, May, Saunderson –, Eddie ‘Flashin’ Fowlkes, James Pennington, etc.

Tras su éxito internacional y bajo su influencia y manto, al resto de músicos de la Ciudad del Motor les invadió un sentimiento de que si ellos pudieron hacerlo, todos los músicos de Detroit podían, por lo que empezaron a surgir nuevos e interesantes nombres como Octave One, Carl Craig, Kenny Larkin, Scan 7, Stacey Pullen y otros tantos que han seguido prodigándose o han caído en el olvido con el paso de los años.

Sin embargo, en esa segunda oleada, hubo una agrupación en especial que sentó las bases no solo del futuro del techno, sino que elevó el género más allá de la expresión artística, convirtiendo el género en música revolucionaria, con ideales y enfocado en la lucha de la comunidad afro-americana. Underground Resistance fue formado originalmente por ‘Mad’ Mike Banks y Jeff Mills, y luego se fueron uniendo otros tantos personajes fundamentales que han ido yendo y viniendo, como el propio Robert Hood, Gerald Donald, Mark Flash, Mark Taylor, Rolando, Gerald Mitchell y un largo etcétera.

Sin embargo, los nombres que más han perdurado y han conseguido hacerse un hueco en la leyenda por separado y en solitario han sido Mills y Hood.

Habiendo contextualizado, Robert Hood nace en Detroit en la década de los 60. Criado en la ciudad del motor y tras su implicación en UR, Hood se escindió del grupo y paralelamente a su nombre, crea uno de los alias más icónicos de la escena: Floorplan. Mucho antes de eso, ya en 1994 publicaba temas tan icónicos como Minimal Nation en el Axis de Jeff Mills, creando toda una tendencia en torno a su figura.

Durante los 90 siguieron temas igual de icónicos como Master Builder, The Pace o la serie Red Passion, creando un estilo de techno más funky, cercano a las melodías y que fue dando forma a esa personalidad tan particular de Hood, con esas pinceladas minimalistas que luego serían amplificadas por los que siguieron su tendencia.

Por su parte, como Floorplan, su sonido siempre estuvo más cerca de los vocales, con estructuras más reconocibles en el hip-hop, con mucho groove y unas pinceladas de lo que posteriormente se conocería como el sonido tech-house. EPs como Doing My Thing (1998), On The Case (2001) o Shop/Learn (2002) formaron parte de esta época, antes del parón que vivió el alias hasta 2010.

Aunque parase como Floorplan, Robert Hood continuó su vida. Vivía en la cresta de la ola y su ego se lo fue comiendo poco a poco. “Pensé que ya lo había conseguido todo”, decía en un reciente reportaje para un medio inglés. Fue entonces cuando decidió matar su ego y encontró a Dios. Actualmente, Robert Hood es ministro de su iglesia en Alabama y se ha convertido en una voz única dentro de la industria, defensora de la fe dentro de la electrónica. Ese cambio de paradigma personal se puede notar perfectamente en su sonido, que en torno a 2009 empezó a incorporar títulos y temática un tanto góspel. De esta época son Obey/Resurrection, Alpha/Omega, Power To Prophet como Robert Hood; o sus Living It Up, Phobia (2012) o el brutal Sanctified de 2011.

El tiempo ha puesto a Hood en el olimpo de los productores más interesantes y laureados salidos de Detroit. Hombre de fe y de familia, el pasado 2016 sacó su último álbum bajo su alias Floorplan, Victorius, que ahora comparte con su hija Lyric Hood. Ambos protagonizaron uno de los sets más impresionantes y bien seleccionados que un servidor haya escuchado (desgraciadamente/afortunadamente por el streaming de Boiler Room) en el festival Dekmantel en 2015 y que marcaba un poco ese retorno a la primera línea de la electrónica mundial.

Su último trabajo largo, publicado en el sello del festival hoalndés, Paradigm Shift, fue toda una declaración de intenciones el año pasado y supuso una vuelta a las raíces de Hood, con un techno más minimalista, directo, con toques melódicos en ciertos momentos, pero ideado para la pista de baile. Algunos esperaban más de él en este disco, otros quedaron satisfechos. De una forma o de otra, Robert Hood es y será un referente. Un DJ de los de antes y un productor excepcional que seguirá haciéndonos bailar durante muchos años. El relevo lo tiene asegurado.