Una exposición muestra el diseño en el clubbing

En el Vaticano del diseño escandinavo acaba de inaugurarse una exposición singular sobre la belleza del salir de fiesta. El Design Museum de Copenhague nos invita desde finales de enero y hasta el 27 de septiembre a su “experiencia total” (usando la más pura retórica wagneriana) sobre el diseño de los clubs, desde los sesenta hasta la actualidad.

“Night Fever. Designing Club Culture 1960 – today” nos muestra, con una dedicación absoluta al detalle y al fetichismo de la mercancía (incluye auténticas reliquias semi incorruptas rescatadas de discotecas de toda Europa) los interiores, sonidos, vestidos y parroquianos de clubs tan fundamentales como Studio 54, The Factory, Hacienda, Electric Circus o hasta el mismo Tresor de Berlín.

Según el comisario de la exposición, Jochen Eisenbrand (Vitra Museum) la exposición nace reivindicando el espíritu del disfrute hedonista y algo autodestructivo que parece que, hoy en día, ya no tiene lugar en nuestras vidas, dominadas por la auto optimización de vida sana, gimnasio e irse a la cama pronto del modelo capitalista. La exposición es inmersiva y nos lleva al instante a nuestro último viaje entrando al club, con la cara relajada e intentando dar la impresión más desinteresada posible para poder pasar el cribaje de los porteros, gracias a su distribución y diseño. Oscuridad, bellísimas luces de neón y pantallas con Tony Manero bailando en loop nos situan en los ámbitos proto disco del soul y el puro disco, transicionando al house de Detroit y Nueva York.

Una impresionante réplica del neón del Paradise Garage y múltiples fotos de Larry Levan narran su vida y dan la perspectiva de diversidad que se vivía en esa época en la escena de clubs. Un gran acierto por parte del comisionado el incluir en lugares prominentes a Djs y personas de color, tan fácilmente blanqueados por el mainstream.

No faltan dos de los mayores clubs de techno del mundo, el Tresor y el Berghain de Berlín, el primero representado con una auténtica bandera y un archivador sacado de las catacumbas que son sus sótanos, el segundo, en cambio, con la maqueta del club llamada “I’ve never been to Berghain” del artista Philip Topolovac. También presentan, en exclusiva, la maqueta de la propuesta para la remodelación inclusiva del Holzmarkt y la zona de clubes a orillas del Spree, la nueva política de la ciudad de Berlín para conservar su patrimonio inmaterial de la cultura del techno, supuestamente respetuosa con los artistas y la escena de clubes alternativos.

La joya que no te deberías perder ni harto de m es la instalación simulando el ambiente de un club usando luces de colores en un recinto semi cerrado, rodeado de espejos, con diversos cascos Technics (que ya quisiéramos tener muchas en casa) reproduciendo hits disco, house o techno. Por fin, una silent disco que vale la pena. Entrar y escuchar a LFO en lo que parece la versión Berghain del Gleaming Lights of the Soulds de Kusama (que también te espera en Copenague) bien valen la entrada y un viaje a la capital danesa.